martes, 12 de abril de 2011

Nuestra Historia Tiene el Sello del Rio San Juan

                   Nuestra Historia Tiene el Sello del  Río San Juan.

Eduardo López Herrera

La privilegiada posición geográfica de Nicaragua, al tener las condiciones óptimas para construir un canal interoceánico ha sido la principal fuente de su desgracia, al verse el país en términos históricos asediado por diferentes potencias cuyo interés ha sido agenciarse la codiciada ruta canalera, que al final no logro materializarse, porque la política imperial de Estados Unidos en complicidad con el gobierno de Nicaragua en 1914, firmaron el tratado Chamorro Bryan, cuyo objetivo principal para los intereses norteamericanos era, no construir el canal, sino que nadie lo construyera, porque el canal de panamá ya estaba por concluirse y con el tratado antes mencionado garantizaban cerrar las compuertas a cualquier potencia rival que pretendiera incidir en la ruta canalera, a través del estratégico río San Juan.
Los españoles en sus aventuras transoceánicas del siglo XVI, en la búsqueda de la ruta soñada o paso que los llevara  al mundo oriental, es decir, a las islas de las especerías, a los apetitosos mercados Chino e Hindú, descubren lo que Gil Gonzáles llamó en 1523 el estrecho Dudoso o desaguadero , es decir la ruta interoceánica, a través del majestuoso río San Juan, de esa manera Nicaragua entraba en la esfera geopolítica de la expansión Europea en general y española en particular,
La presencia inglesa en el caribe nicaragüense, no esta al margen del interés por apropiarse de la ruta interoceánica , cuyas expresiones están más que demostradas a través de la imposición de gobiernos títeres, el establecimiento geopolítico de la reserva miskita, la presencia de los piratas en el rió, en fin, ninguna acción estuvo aislada de las pretensiones por el río, el ejemplo más palpable fue la firma del tratado Clayton-Bulwer en 1850,  que involucró a Estados Unidos e Inglaterra y que esta referido precisamente al tema de la ruta canalera, al acuerdo imperial de un balance razonable de fuerzas, que implicara no construir la obra, no obstante, este tratado, para muchos entendidos significó, la perdida de poder de Inglaterra, frente a la joven potencia norteamericana, que ya mostraba sus garras sustentadas ideológicamente en la doctrina Monroe.
Con la llamada fiebre del oro en California cuya génesis se remonta a 1848, se empieza de manera sostenida la presencia norteamericana en el río San Juan, no sólo se establecieron compañías navieras para transportar viajeros hacia el oeste de los Estados Unidos, sino que además se dieron pasos firmes para la canalización del río, como lo demostró el interés del poderoso empresario gringo Cornelius Vanderbilt, quien tuvo la concesión para establecer la línea de vapores que transporto a miles de buscadores de fortuna a través del San Juan y el Lago Cocibolca. Es importante señalar que la fiebre del oro tuvo un impacto muy visible en la vida provincial de Nicaragua, hasta en cosas tan sencillas pero que no dejaron de impactar como la moda del pantalón por las mujeres nicaragüenses, herencia dejada por las mujeres migrantes que iban en busca de oro o que acompañaban a sus maridos.
La segunda mitad del siglo XIX, se caracterizo por una sostenida ofensiva de carácter diplomático, impulsada por Estados Unidos para controlar y establecer sólidas bases para la construcción del canal por Nicaragua, la que se fortaleció aun más, con la pérdida de poder que venia mostrando Inglaterra, que incluso se había aliado con Costa Rica para cercenar nuestros derechos sobre nuestro río San Juan. Ejemplos de la ofensiva antes mencionada son, la presencia del diplomático Ephraim George Squier, quien además de documentar muy bien la posible ruta canalera elaboro el primer mapa sobre el río San Juan que se encuentra en la biblioteca del Congreso de Washington, en 1873, el gobierno estadounidense envío a un norteamericano de origen cubano, Aniceto García Menocal a fin de estudiar el río, quien elaboro un informe que se considera el primer informe serio del que se tiene conocimiento, entre 1897 y 1898 el Almirante John Guines Walter realizó otros estudios, no obstante, al final el canal se construyó por Panamá.
La presencia foránea por usurpar nuestros derechos soberanos sobre el río San Juan, en la búsqueda de construir el soñado canal, contó siempre con un aliado incondicional, me refiero a Costa Rica, quien ha pretendido e insistido en hablar de “fronteras naturales” en asuntos limítrofes relacionados con el río, al extremo que siempre que Nicaragua ha pretendido imponer sus legítimos derechos en asuntos como la canalización o de cualquier obra en el lago o en el río, o las obras actuales de dragado, ha exigido y exige actualmente nuevos derechos y reconocimientos.
Desde la perdida territorial de las provincias de Guanacaste y Nicoya, Costa Rica abrió la voracidad sobre el río San Juan e hizo causa común con Inglaterra contra Nicaragua, reflejándose en diferentes ocasiones el respaldo ingles a los ticos en contra de nuestros intereses territoriales.
Los siglos XIX, XX y XXI, han sido testigos de las múltiples negociaciones entre Costa Rica y Nicaragua, por encontrar una solución definitiva a la problemática limítrofe suscitada alrededor del rio San Juan, problemática construida artificialmente por los ticos y sin ningún asidero jurídico como lo atestiguan tanto el tratado de límites Cañas-Jerez de 1858 y el Laudo Cleveland de 1888, que viene a ponerle el sello definitivo al derecho pleno y sumo imperio de Nicaragua sobre el río, fortalecido además por los Laudos “Alexander”
Los alegatos de Costa Rica a través de la historia se han quedado sin fundamento, su único derecho está referido a la navegación con objetos de comercio, lo que pasa es que quieren continuar sacándole provecho al río, desde el punto de vista turístico, energético y productivo (aguas para riego agrícola) y en ese afán, lo que ha ocasionado es un deterioro ambiental que el mismo cauce natural del río en su desembocadura hoy no existe y que como nación y reserva de biosfera lo estamos resintiendo y que se debe frenar de manera contundente como lo ha hecho nuestro gobierno, al dejar bien sentada su posición soberana y de autodeterminación sobre este estratégico río  que ha marcado nuestra historia. 


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