Msc. Eduardo López Herrera. Docente
de historia y Miembro del Concejo de Facultad. FAREM
Los nicaragüenses tenemos la obligación de conocer nuestra historia,
conocer cuáles son nuestras raíces, como
ha sido nuestro desarrollo como nación, para analizar desde el presente el
pasado histórico, como también visualizar el futuro, nuestras perspectivas como
nación frente a un siglo XXI caracterizado por la globalización, por la
sociedad del conocimiento y por las incertidumbres racionales.
En la medida en que desconocemos nuestra historia, nuestra realidad, en esa
medida nos sentimos menos identificados con nuestro país, con nuestra patria,
incluso maldecimos nuestro país. La falta de valores, del sentido de nación, de
los referentes patrióticos, nos lleva incluso a hablar diferente, por ejemplo:
vamos a Costa Rica unas semanas y venimos hablando como ticos, ya no se diga si
nos vamos a Estados Unidos y por más tiempo.
Conocer e interpretar nuestra historia nos permite fortalecer nuestros
valores culturales y nacionales, su conocimiento e interpretación pasa
lógicamente por conocer nuestro pasado histórico, sus primeros pobladores, de
donde llegaron, donde se asentaron, que desarrollo habían alcanzado, también
tener claro el porqué de la presencia española y otras formas de injerencia
externa, nuestra vida independiente, la revolución liberal de Zelaya, la gesta
de Sandino, la dictadura somocista, la revolución sandinista y los últimos años
caracterizados por el modelo neoliberal y la llegada nuevamente del sandinismo
al poder. También conocer e interpretar nuestra historia es posible a través de
visita a museos, lugares históricos, entrevistas a personalidades, etc. Por
ejemplo: Las huellas de Acahualinca, la Hacienda San Jacinto, el cerro El
Chipote, el Convento de San Francisco, el museo de Juigalpa, el museo de
Estelí, son entre otros símbolos que permiten fortalecer nuestros valores.
Nuestra historia ha sido muy accidentada, son pocos los periodos de paz que
hemos tenido, además nuestra posición estratégica desde el punto de vista
geográfico ha significado la injerencia de potencias mundiales, por la ventaja
comparativa que representa construir un canal interoceánico por Nicaragua.
Desde el interés mostrado por los españoles en 1523 por la ruta canalera, hasta
el siglo XX, con la firma del tratado Chamorro Bryan, se cerró una larga etapa
de injerencismo pasando por los ingleses y por último Estados Unidos por
adueñarse de ruta canalera. Después de la firma del mencionado tratado el
injerencismo continuo, a través de otras formas de dominación, garantizando ese
dominio a través de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina,
como fue la dictadura somocista. La
lucha contra la ignominia y el injerencismo en Nicaragua, tiene antecedentes
muy visibles en la gesta de San Jacinto, Benjamín Zeledón, la lucha del General
Sandino y el triunfo de la revolución sandinista en el año 79, que dio al traste con el somocismo.
Los retos que como país tenemos en este siglo XXI son mayúsculos, sobre
todo derrotar el flagelo de la pobreza como uno de los problemas estructurales
más serios, pero esto solo será posible
con el esfuerzo de todos, impregnados de los valores que se derivan del sentido
de identidad que como nicaragüenses tenemos y que debemos de fortalecer.
Febrero 2013.