domingo, 24 de abril de 2011

El siglo XXI es un siglo del conocimiento pero tambien de crisis


EL SIGLO XXI, ES UN SIGLO DEL CONOCIMIENTO, PERO TAMBIEN DE CRISIS.  


Eduardo López Herrera.



El mundo sigue avanzando a pasos agigantados hacia la consolidación de  "la sociedad del conocimiento", la cual se caracteriza por la aplicación intensiva del saber en todos los órdenes de la vida social y productiva, una sociedad del conocimiento es aquella en la cual el principal valor para el desarrollo socio-económico es el trabajo de la gente a partir de su conocimiento.
El desarrollo y la aplicación de saberes es lo que distingue a las sociedades desarrolladas de hoy y por el contrario, su carencia es lo que posterga a las menos desarrolladas. Lo mismo puede decirse a nivel de las personas. Por ejemplo la  UNESCO,  ha adoptado el término “sociedad del conocimiento”, o su variante “sociedades del saber”, dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno al tema, que busca incorporar una concepción más integral, no en relación únicamente con la dimensión económica.
Desde el punto de vista educativo, la sociedad del conocimiento no debe implicar sólo información, el gran problema de una concepción educativa centrada en el acceso a la información, reside justamente en la dificultad que existe para que la información pueda ser asimilada, interiorizada y trasferida a nuevas situaciones de la vida en las que puedan ser útiles  y oportunas. Sin duda, uno de los grandes desafíos de la educación contemporánea, en esta era del conocimiento, tiene que ver con la formación de las nuevas generaciones, no sólo para desenvolverse en un contexto de fluidez tecnológica, sino sobre todo, para saber buscar, analizar, sistematizar y desarrollar criterios con relación no sólo a la información disponible sobre distintos temas, sino también con relación a la naturaleza  y confiabilidad de las fuentes, por ejemplo, el complejo panorama que ya estamos viviendo con el cambio climático, presenta muy variada información, que nos debe permitir como académicos de la universidad analizarla con profundidad y sacar nuestras propias conclusiones sin perder la perspectiva del conocimiento de base que se tiene sobre el fenómeno, lo mismo que los diferentes tipos de vulnerabilidad que sufre nuestra población, sobre todo la más pobre, como producto de los efectos del cambio climático.
Independientemente de las preferencias o de las definiciones de los términos, sociedad del conocimiento o sociedad de la información, ambos son de un enorme valor para el presente y el futuro de nuestras sociedades, se trata de entender en las práctica su significado. Para la educación en sus diferentes modalidades la implementación de ambos es necesaria por ser herramientas que fortalecen el proceso enseñanza-aprendizaje de manera integral, desde el punto de vista de la sociedad de la información incorporando las nuevas tecnologías al trabajo educativo, desde la perspectiva del conocimiento fortaleciendo el plano de las ideas, de lo intangible, como el recurso más valioso en este cambio de época que vivimos. El uso creativo de ambos términos debe ser la divisa principal en la búsqueda de resultados tangibles ya sea en el plano productivo o concretamente en el terreno de la educación, donde deben ser aprovechados al máximo, sobre todo en países pobres donde el déficit en materia de tecnología y conocimiento es significativo producto del atraso histórico que vivimos.
Si bien es cierto que la sociedad del conocimiento nos impone retos que requieren mucha responsabilidad, tanto de personas, como de instituciones, organismos y gobiernos, no es menos cierto que la misma no debe de asumirse de forma acrítica, se debe de valorar su importancia para las generaciones presentes y futuras, pero reconociendo que no debe ser impuesta, sobre todo desde los países ricos, que en el contexto de la globalización se han vuelto cada vez más ricos. Desde la perspectiva educativa,  el vinculo entre modelos curriculares y sociedad del conocimiento debe ser dialéctico, que permita el desarrollo integral de los educandos y con las competencias necesarias que el mundo de hoy demandan, ¿Cómo no vamos a valorar la inclusión en nuestros curriculum, como eje transversal el tema del riesgo, de los problemas ambientales, de la vulnerabilidad que tenemos como país?  O por ejemplo, en programas de capacitación que impulsan organismos no gubernamentales con sectores que por su situación de pobreza viven en permanente riesgo.


Nicaragua es un país vulnerable ante los efectos del cambio climático debido al incremento de los eventos extremos como sequías, huracanes y lluvias intensas. Se proyectan incrementos de la temperatura media entre 1 y 2 grados centígrados para las primeras décadas (2020-50), y entre 3 o 4°C para finales de siglo, siendo la Costa del Pacífico la zona de mayor incremento. Estos cambios aumentaran los niveles de pobreza, la seguridad alimentaría, el empleo,  el desarrollo sostenible y otros aspectos sensibles de la vida.
He considerado importante iniciar con las reflexiones anteriores y vinculando el tema del conocimiento con la educación formal o con programas de capacitación, porque los que trabajamos con sectores vulnerables  es a los que nos corresponde llevar adelante el debate sobre esta impostergable temática, de la cual no podemos estar al margen, tanto en términos teóricos, como también prácticos; pero además, tenemos que preguntarnos ¿ acaso esta sociedad del conocimiento no ha estado precedida de un imponente despliegue del sistema urbano-agro-industrial a escala global, que se da con un incremento poblacional mundial sin precedentes? Para la sociedad geológica de Londres, el despliegue antes señalado, “ha actuado como una autentica fuerza geológica con fuertes implicaciones ambientales.”
No existe la menor duda que la globalización , como  expresión del “capitalismo salvaje” y como un sistema que se basa en el crecimiento y acumulación de dinero sin fin, es la principal fuerza geomorfológica que está alterando el funcionamiento del clima de la tierra (emisión de gases), la composición y características de sus ríos, mares y océanos, la magnitud, diversidad y complejidad de la biodiversidad planetaria, paisajes, etc.
¿Estamos frente a una época de cambios o a un cambio de época? En definitiva, que estamos entrando velozmente a esta última; signada por la deslumbrante sociedad del conocimiento, pero también ensombrecida por los efectos nocivos del cambio climático, producto de la acción depredadora del género humano y en particular, de la acción plus utilitaria del capitalismo a nivel planetario
Para la sociedad geológica de Londres, lo que está aconteciendo en el orbe, es un nuevo tiempo geológico, como consecuencia de la aparición de una nueva fuerza capaz de modificar por sí sola la faz de la tierra: La Humanidad, y ese tiempo geológico lo denominan El antropoceno, en sustitución del holoceno, éste con unos doce mil años de duración, que coincide con el inicio de la agricultura y la expansión y evolución de las distintas civilizaciones humanas y que según esta sociedad, ha llegado a su fin.
¿Sera posible que el enorme despliegue material y humano acontecido durante el siglo XX, esté llevando al planeta al colapso geofísico y biológico? No hay la menor duda, incidiendo de manera directa y dañina en la cubierta natural del planeta, la Biosfera, la que se merma y degrada a pasos agigantados.
¿Qué factores han hecho posible un crecimiento mundial sin parangón en el siglo XX, que haya permitido el enorme despliegue del capitalismo en su fase globalizadora, así como el enorme incremento de la población, producción y consumo que ha llevado aparejado? Para muchos estudiosos de esta compleja realidad que vivimos y que amenaza con nuestro colapso como civilización, se encuentran la energía abundante y barata, sobre todo de origen fósil (petróleo, carbón y gas natural) y la disposición también barata y abundante de recursos claves para su despegue: agua, minerales (incluido el uranio), alimentos y biomasa, que han estado disponibles por la misma existencia de energía abundante y barata a lo largo de todo el siglo, con algunos altibajos, pero que al fin se ha impuesto el derroche de energía.
En el caso particular de nuestro país y por nuestra condición de país dependiente en términos históricos del capitalismo norteamericano, en lo que se conoció como la división internacional del trabajo, tenemos nuestra cuota en esta crisis, en parte, porque de nuestro suelo se han extraído recursos con fuertes impactos medioambientales, a manera de ejemplo puedo citar la explotación maderera en el caribe y el norte por empresas norteamericanas durante una gran parte del siglo XX, la explotación minera en el caribe, centro y occidente del país y la siembra y cultivo del algodón, que es uno de los mejores reflejos del sistema urbano-agro-industrial que dejó en el occidente de Nicaragua  un panorama apocalíptico en términos ambientales.
Pero por otra parte, no podemos obviar que nuestra corresponsabilidad en la crisis está determinada por el incremento poblacional en las últimas décadas, los volúmenes de desechos producidos por ese mismo incremento, la enorme masa material que producen las construcciones de todo tipo (casas, carreteras, edificios de negocios, escuelas, vehículos, etc), el despale indiscriminado, las quemas para la siembra, el uso irracional de químicos en la producción agrícola, la contaminación de las aguas, etc. Por ejemplo, en nuestro país, se están consumiendo anualmente más de cinco millones de metros cúbicos de leña, lo que implica reducción de la cobertura boscosa con los consecuentes resultados que se reflejan en los diferentes tipos de vulnerabilidad.
Ejemplos de lo señalado en el párrafo anterior se refleja en lo siguiente: la población de Nicaragua 1950 era de 1,049, 611 habitantes, siendo actualmente cinco millones y medio; en la caso particular de Managua, la ciudad actualmente, enfrenta serios problemas ambientales, como el caso de la basura, produciéndose diariamente más de dos mil  toneladas, producidas por una población consumista, donde en miles de sus habitantes predomina la cultura de “usar y tirar”, identificándose más de doscientos botaderos ilegales de basura,  a esto hay que agregar los efectos del invierno en la infraestuctura de la ciudad, en donde treinta y cuatro puntos críticos obstaculizan el paso de las aguas pluviales y otros problemas que nos indican que la ciudad ha llegado al tope de su carga, lo cual debe mover a la reflexión y a la acción, antes de que tengamos un holocausto de insospechadas dimensiones. 

Otro ejemplo importante, es el caso del Municipio de Estelí, quien en los últimos diez años ha triplicado su población; sus 120, 000 habitantes viven en 64 barrios, tres distritos y cinco zonas rurales. La ciudad en particular, ha tenido un crecimiento significativo: En 1979, la población urbana de la  ciudad era aproximadamente de 35,000 mil habitantes; con la población actual, la capacidad de carga de la misma es demasiada, reflejándose en problemas ambientales y por ende de vulnerabilidad; por ejemplo, los pobladores producen diariamente 250 m3 de basura, el despale en los alrededores de la ciudad es inmisericorde por parte de pobladores de escasos recursos en el afán de proveerse de leña, la cultura de usar y tirar, el incremento del parque automotor, más de veinte mil vehículos circulan diariamente en la ciudad, los efectos de la siembra de tabaco, en fin, todo esto y más nos califica para la era antropogénica, para la sociedad  en crisis.
Como principales amenazas naturales, las inundaciones y deslizamientos son frecuentes y afectan principalmente las comunidades rurales  y zonas bajas del municipio.  El municipio de Estelí está amenazado por 23 puntos críticos, entre ellos: fallas geológicas, deslizamientos, derrumbes e inundaciones. El Alcalde de Estelí, Francisco Valenzuela, señala que en el municipio, existen varios tipos de vulnerabilidad: La vulnerabilidad ambiental, física, estructural y socio económico, esta última ejerce una enorme presión, porque ante las condiciones de pobreza, muchos pobladores ejercen presión sobre los recursos naturales sobreexplotándolos, se reasientan en zonas de mayor riesgo y construyen viviendas con material inadecuado y sin ningún control de calidad.
No podemos obviar que la vulnerabilidad de los pobres ante el cambio climático y los desastres naturales en Nicaragua, junto con la degradación de los recursos naturales y ecosistemas y la pobreza rural, conforman un círculo vicioso de empobrecimiento, agudizado por los bajos niveles educativos, el alto crecimiento poblacional y la sobreexplotación de la biodiversidad. Por tanto, los grupos más vulnerables y afectados por eventos climáticos suelen ser los más pobres: niños y niñas, mujeres cabezas de hogar, campesinos, indígenas y afrodescendientes y esto es altamente preocupante si partimos de que
Nicaragua es notable entre los países centroamericanos por la frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos. Según el Centro de Investigación de la Epidemiología de los Desastres, Nicaragua en 2009, se vio afectada por 25 desastres hidrometeorológicos, la tasa más alta en el istmo. En los últimos 30 años, estos desastres han dejado un promedio anual de 1.880 víctimas por cada 100.000 habitantes y han causado pérdidas económicas de unos US$2.000 millones, una cifra estimable para una economía tan pequeña como la nuestra.
Los efectos del cambio climático en nuestro país, no son ajenos a la realidad mundial, lo que ha motivado a la comunidad internacional a expresar su preocupación frente a una realidad que ha pasado de ser una amenaza a ser una triste realidad que apenas empieza a mostrar su poder destructivo y vaya, qué forma de hacerlo. La preocupación antes señalada, no es nueva, son muchas cumbres las que se han venido desarrollando y todo ha quedado en papel mojado, debido principalmente a la negativa de las grandes potencias encabezadas por Estados Unidos y China por reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual quedó reflejado en su falta de voluntad para  suscribir el protocolo de Kyoto, aprobado el 11 de octubre de 1997, cuyo   objetivo era conseguir la reducción a un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero globales sobre los niveles de 1990 para el periodo 2008-2012. Antes y después del protocolo ya mencionado, se han desarrollado varias cumbres internacionales sobre cambio climático y no se han visto resultados alentadores; la última de ellas ha sido la de Cancún, México, en diciembre del 2010, la misma ha tenido leves progresos si la comparamos con las anteriores y sobre todo con la de Copenhague de diciembre del 2009, que fue un completo fracaso.
En Cancún, la cumbre inaugurada el pasado 29 de noviembre del 2010, aplaza la decisión sobre la prórroga del Protocolo de Kioto y eleva el nivel de "ambición" en la reducción de emisiones de gases causantes del efecto invernadero (GEI). Propone, además, que los países con vínculo jurídico con ese protocolo deberían, "en 2020 reducir sus emisiones en un rango entre el 25 y el 40% en relación a los niveles de 1990", además se crea un Fondo Verde por importe de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020, y un sistema en el que por primera vez aparecen objetivos de reducción expresos para Estados Unidos, China, la India y Brasil en el contexto de las Naciones Unidas. Esos países no estaban sujetos a Kioto, ya que Washington nunca lo ratificó, y los otros son economías emergentes. Otras cuestiones "positivas" se refieren al hecho de que el texto recoja el objetivo de no aumentar en más de dos grados centígrados la temperatura del planeta, lo que será revisado en el plazo de cinco años. En 2015, se publicará el informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático.
Aun con los acuerdos a que se ha llegado en esta reciente cumbre, considero que el camino no ha quedado pavimentado, el próximo encuentro en diciembre del 2011 en Durban Sudáfrica está lejos de poder asegurar que vaya  haber un acuerdo más completo.
Qué conclusiones sacamos, acerca del  vaticinio de  la sociedad geológica de Londres,  ¿estamos entrando a una nueva era? ¿Cómo estamos actuando frente al cambio climático en términos académicos y científicos los que tenemos el privilegio de trabajar  instituciones educativas u organismos donde se impulsan programas de capacitación, donde se gestiona conocimiento?
Las universidades, en particular la universidad pública como la UNAN, instituciones privadas,  el gobierno y la población en general, debemos reflexionar y hacer conciencia sobre esta realidad que ya la estamos viviendo y que si no actuamos de manera responsable, nos espera un futuro nada halagador, sobre todo para las nuevas generaciones. El debate, la reflexión, el análisis, la investigación y la praxis sobre este candente tema de la crisis, el riesgo, la vulnerabilidad, es una tarea de primer orden, donde todos tenemos la enorme obligación moral y científica de entrarle seriamente a este tema, porque somos los responsables de preparar a miles de agentes, formarles capacidades, para que juntos podamos  enfrentar los desafíos que el cambio climático nos esta imponiendo en este siglo XXI,  que también significa derrotar a la pobreza como un flagelo que debemos desterrar de nuestro país.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario