MSc. Eduardo López H. Docente FAREM Estelí.
Sin
lugar a dudas, la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres en los
diferentes ámbitos de la sociedad, sienta las bases para impulsar el
desarrollo, sobre todo reconociendo el invaluable papel de la mujer, como un
sujeto alrededor del cual giran muchas acciones y en particular, el interés de
que sus hijos sean algo en la vida, pero muchas veces son sueños truncados por
las limitantes estructurales que padecen y que están relacionadas con la
subordinación histórica ante el sexo opuesto y el peso de siglos de una
sociedad patriarcal.
Si
bien es cierto, que la falta de acceso a la educación de hombres y mujeres en
una sociedad limita el desarrollo individual y social, fortaleciendo el
círculo de pobreza, no es menos cierto, que la falta de instrucción o formación
profesional de las mujeres profundiza ese circulo, a pesar del papel relevante
que tienen; pero que lamentablemente esa relevancia no se traduce en prosperidad
familiar, sino más bien en obstáculos estructurales donde se incluyen: la discriminación
en la educación;
la falta de acceso al crédito,
derecho a la propiedad
y la herencia;
así como, los niveles de remuneración
y de promoción
inferiores por igual trabajo; a esto hay que incluir el peso del trabajo doméstico.
La situación se complejiza con las mujeres del campo y las que se ven obligadas
a migrar, porque su vulnerabilidad económica y social es más visible, dado su
rol nada apreciable en cuanto a sus ocupaciones laborales, donde predominan
cargas de trabajo mal remunerado y otras formas de discriminación.
En
nuestro país, en los últimos años, se han venido haciendo ingentes esfuerzos
por lograr mayores niveles de equidad entre hombres y mujeres. Esto es encomiable, visto desde la perspectiva
de un interés consciente por sentar las bases de una política de género
equilibrada y propositiva, cuyo fin último, es una praxis de compartir roles en
función del bien común. No obstante, es desde la educación a todos los niveles,
que se debe de concebir una propuesta inclusiva de niños y niñas, de jóvenes en
general y de adultos, donde ambos sexos tengan la oportunidad de formarse, pero
en particular el sexo femenino, porque las presentes y las futuras madres que
se instruyan y, tengan una formación
profesional es la garantía de hijos bien educados. Esto lo hemos visto en la vida cotidiana,
hay muchos ejemplos; por eso, es de imperiosa necesidad, que las niñas no
abandonen la escuela, que las jóvenes coronen su carrera técnica o profesional
y que las actuales madres trabajadoras tengan acceso a formación técnica o en
oficios. Todo esto tiene un enorme significado para la familia, la comunidad y
el país, porque se está promoviendo y garantizando permanentemente la educabilidad,
que en el amor maternal implica para los hijos, poder ser y deber ser,
sobre todo en este siglo XXI centrado en el ser humano.
Agosto
2017
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