No existe un
planeta B
MSc. Eduardo López H. Miembro
del Consejo de Facultad FAREM Estelí.
Recientemente se celebró el Día Internacional de la Madre Tierra y en
diferentes latitudes las manifestaciones alrededor del bienestar del planeta y
de toda la vida que sustenta fueron unánimes. Esto incluyó desde altas
personalidades de organismos y gobiernos hasta niños de humildes escuelas
rurales. No podemos negar que en el mundo ha crecido la conciencia ambiental
ante el deterioro que ha venido sufriendo nuestro planeta desde hace algunos
siglos atrás, pero también, paralelo a esta toma de conciencia, se mantienen
actitudes y prácticas arrogantes de países ricos que continúan envenenando el planeta
con las chimeneas, como símbolo de su desarrollo industrial, pero además,
en nuestros países, ponemos en jaque al planeta con diferentes manifestaciones
como el mal manejo de la basura, uso irracional de insecticidas, contaminación
del agua, etc. y prácticas viciadas y mafiosas al destruir nuestros bosques y
áreas protegidas, en detrimento del
equilibro ecológico, con graves
consecuencias para el desarrollo y sobre todo para la supervivencia de los
seres humanos.
Una clara manifestación del desprecio por la tierra han sido las cumbres
sobre cambio climático ¿De qué han servido?,
pero también, otros conclaves de alcance mundial, como la emblemática cumbre de Rio del año 1992, en la que se
establecieron serios compromisos como la
“Carta de la Tierra”. ¿En qué ha quedado?
En la última cumbre de cambio
climático celebrada en Polonia en
diciembre del año 2013, no
dejó de ser aleccionador la actitud tomada
por el bloque de 133 países en desarrollo y un grupo de ONG ambientales que
decidieron retirarse de la cumbre, ante el incumplimiento de los mayores
contaminadores del planeta-los países desarrollados-que se niegan a financiar
los daños y pérdidas que ocasiona el calentamiento global, con un precio
incalculable en cuanto a la destrucción
de la Madre Tierra y todo lo que esto conlleva en materia productiva,
económica, ambiental, cultural, antropológica y social.
¿Y el protocolo de Kyoto? Si bien es cierto que es el único acuerdo
vinculante en materia de reducción de gases de efecto invernadero, relacionado
con la problemática ambiental y la preservación de nuestro planeta, ampliado en
Polonia hasta el 2020, continúa siendo manipulado por las grandes potencias que
se resisten a firmarlo, por lo tanto, no
es una carta de garantía, visto desde la perspectiva de la irresponsabilidad de
quienes contaminan el planeta y que en la práctica, los signos de deterioro son
más que evidentes, manifestándose de
diversas formas, entre ellas ya hemos visto expresiones de carácter diluvianas
con saldos trágicos en vidas e infraestructura en diferentes regiones del
mundo.
El monitoreo permanente que hacen los organismos y expertos acerca del
estado actual del planeta, nos indica que las predicciones no son alentadoras,
por ejemplo: La última
evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático
(IPCC) divulgada en el Cuarto informe
del año 2007 señaló “ una tendencia
creciente en los eventos extremos observados en los pasados cincuenta años y
considera probable que las altas temperaturas, olas de calor y fuertes
precipitaciones continuarán siendo más frecuentes en el futuro, por lo cual, en
los años posteriores puede ser desastrosos para la humanidad”.
En este 2014, estamos esperando el
próximo informe del IPCC, que considero no será nada grato, si partimos de los
atropellos que sigue sufriendo la madre
tierra hasta el día de hoy y lo más
lamentable es que somos los seres humanos los causantes de esos atropellos, por
eso tiene un enorme sentido, citar a la Sociedad Geológica de Londres, cuando
afirma que: “Lo que está aconteciendo en el orbe, es un nuevo tiempo
geológico, como consecuencia de la aparición de una nueva fuerza capaz de
modificar por sí sola la faz de la tierra: La humanidad, y ese tiempo geológico
se denomina “El antropoceno”, en sustitución del holoceno, éste con unos doce
mil años de duración, que coincide con el inicio de la agricultura y la
expansión y evolución de las distintas civilizaciones humanas ha llegado a su fin”.
Un 22 de abril del año 1970 comenzó a celebrase el Día de la Tierra y fue
iniciativa de un activista ambiental norteamericano llamado Gaylord Perry, la
que se difundió informalmente por el mundo con gran éxito, pero en el año 2009
y a partir de una resolución presentada por el Presidente de Bolivia, Evo
Morales, fue oficialmente declarado por
la Organización de las Naciones Unidas como Día Internacional de la Madre
Tierra, pero tenemos que estar conscientes que no podemos dejarla como una
simple efeméride, todo lo contrario, tenemos una enorme responsabilidad por
cuidar celosamente la casa de los siete mil millones de seres humanos que la
habitamos y estar muy claros que no existe un planeta B.
Mayo 2014.
Es una pena que esté ocurriendo esta situación en nuestros días, en nuestro planeta, países, corporaciones, transnacionales, que contaminan y no piensan en lo mas mínimo, en que en algún momento nuestro planeta desaparecerá, no podrá albergar vida.
ResponderEliminarDesde pequeñas acciones en nuestra facultad, en nuestra ciudad, en nuestro país, podemos contribuir de alguna manera a fomentar ese cambio de mentalidad.
Hace poco vi un documental sobre unas bacterias en un río en alguna ciudad de Estados Unidos que por los desechos químicos de una fabrica han mutado hasta hacerse inmunes a los antibióticos mas fuertes que tenemos, no se que tenga que pasar para que empecemos a cambiar, si el mundo es nuestro hogar y lo estamos destruyendo.