lunes, 17 de septiembre de 2012

EL CAFÉ Y EL MOVIMIENTO COOPERATIVO.

Msc. Eduardo López H
El café es uno de los rubros más importantes de la economía nacional, ha sido nuestro monarca agrícola por más de cien años y según datos del CENAGRO, en nuestro país hay “33 mil productores de café, de los cuales el 90% son pequeños y medianos, es decir, unos 29,700”. Esta categoría de productores que producen el oro verde, se ha  venido organizando a través del tiempo con el propósito de encontrar alternativas de mejorar su producción, su comercialización y por ende a mejorar sus condiciones económicas y sociales que les permita salir del círculo vicioso de la pobreza rural en que han vivido muchos de estos productores.

La organización de los productores de café, ha conducido al desarrollo del movimiento cooperativo, tan esencial para dar saltos de calidad en estos tiempos de globalización excluyente y de un mercado  agresivo, que en el contexto de lo que hoy conocemos como economía del conocimiento, los productores son siempre los perdedores, o los que reciben menos, a pesar de que son los que producen la riqueza material. Aproximadamente unos 14 mil pequeños y medianos productores de café son miembros de cooperativas. 

En Centroamérica, Nicaragua es el país con el mayor número de cooperativas, totalizando 3,410, de estas, más de 800 son cooperativas agropecuarias, destacando unas 180 como cooperativas cafetaleras de primer nivel y unas 18 de segundo nivel. Es importante señalar que el desarrollo del cooperativismo en el campo, esta ligado a profundos cambios que se operaron en Nicaragua en la década de los ochenta una vez derrotada la Dictadura Militar Somocista por la Revolución Sandinista, estos cambios están relacionados con el uso y la tenencia de la tierra que desemboco en la reforma agraria promulgada en 1985. No podemos dejar de señalar que en los tiempos de la dictadura somocista, el 80% de la tierra estaba en manos del 20% de la población, es decir de terratenientes y latifundistas, la mayoría ligados al régimen, por eso, tenemos que entender que el nacimiento del movimiento cooperativo, representa todo un esfuerzo de organización del campesinado por liberarse de la ataduras de los grandes latifundistas, dueños de los medios de producción y promotores de la desigualdad social y económica que todavía persiste en nuestro país y que en el campo tiene huellas muy visibles.  

En un mundo altamente globalizado, de fuerte competencia entre los países productores de café y de asimetrías entre países productores y los que industrializan el café, es de vital importancia el fortalecimiento del movimiento cooperativo, estableciendo lazos de cooperación y desarrollo entre las cooperativas de distinto nivel que permita no sólo el desarrollo del rubro y el aumento de los niveles de exportación, sino que también que nuestros productores accedan a un mejor nivel de vida beneficiándose las comunidades del café en particular y el país en general.

Producir medios de producción que es lo que han venido haciendo los países ricos desde la primera revolución industrial y producir medios de consumo que es lo que producimos los países subdesarrollados es una tendencia que no ha variado y que ha ensanchado la diferencia entre ambos, es decir, el deterioro de los términos de intercambio es cada día más pronunciado, por eso, desde la perspectiva de un mundo menos desigual, de relaciones económicas internacionales más justas, sigue teniendo vigencia el comercio justo, movimiento que nació en 1964 en el marco de la conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo (UNCTAD). En el marco de este tipo de comercio es que tenemos que ver la relación entre las cooperativas y los compradores del grano de oro en el mercado internacional, en este sentido, las cooperativas han venido aumentando sus niveles de exportación, pasando del 2% en 1990-91 al 20% en 2010-2011, además el 85% del café orgánico que se exporta sale de las cooperativas, estos indicadores de exportación nos indican que poco a poco el monopolio exportador de transnacionales como CISA y Atlantic que operan en Nicaragua, va decayendo, lo que es altamente significativo para el país, porque es el movimiento cooperativo el que se beneficia, que es igual a decir, las familias del café. 

En este cambio de época que vivimos, la vocación agropecuaria y forestal de Nicaragua debe consolidarse y esto solo será posible realizarlo con educación, con tecnología, con apoyo crediticio, con conciencia ambiental y con espíritu emprendedor y esta consolidación incluye el café, nuestro principal producto de exportación y donde las cooperativas tienen un papel de vital importancia, como piezas claves del engranaje productivo, económico y social del campo nicaragüense, el que tenemos que trasformar en este siglo de esperanzas por una Nicaragua mejor.

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