Msc. Eduardo López.
Docente y Miembro del Consejo de
Facultad FAREM.
En junio de 1992, se celebro en Río de Janeiro, la primera
cumbre de la tierra, que reunió a 125 Jefes de Estado y de Gobierno de 178 países y aproximadamente a 400 representantes de
organismos no gubernamentales, en esa cumbre se establecieron acuerdos de
invaluable importancia en la permanente lucha por salvar al planeta tierra.
La Cumbre de Rio
produjo dos acuerdos no obligantes: la Declaración sobre
Ambiente y Desarrollo y la Agenda 21. La primera contiene 27 principios
relacionados con el desarrollo y el ambiente entre los cuales se incluyen
algunos como los # 3 y #4 que hacen explícita referencia a la protección
ambiental, al desarrollo sustentable y a las políticas demográficas apropiadas.
La Agenda 21 representa un plan de acción basado en esos principios.
En la cumbre se asumieron compromisos que condujeron
a una serie de reuniones internacionales que produjeron tratados importantes
como: la Convención de Cambio Climático, la Convención sobre Biodiversidad y la
Convención de Combate a la
Desertificación. Además se crearon dos instituciones
importantes: la Comisión Mundial para el Desarrollo Sustentable
(UNCSD) para hacer el seguimiento de la Agenda 21 y la “Global Environmental
Facility” (GEF) para ayudar a los países en desarrollo a
enfrentar los retos ambientales globales.
Es importante señalar
que en la cumbre de Río del 92, se profundizo en el tema del desarrollo
sostenible, un tema que nació en 1987 con el llamado “ Informe Brundtland” que
entre otras cosas señalaba que “
la protección ambiental
había dejado de ser una tarea nacional o regional para convertirse en un
problema global. Todo el planeta debía trabajar para revertir la degradación
actual. También señaló que debíamos dejar de ver al desarrollo y al ambiente
como si fueran cuestiones separadas”. El concepto de
desarrollo sostenible sirvió de eje a dicha cumbre.
Ha corrido mucha agua bajo el puente en este tema de
la preservación de la Madre Tierra, asediada por las prácticas irracionales del
genero humano hacia el medio ambiente, que ha llevado como dice la Sociedad Geológica
de Londres a la finalización de una era geológica, el holoceno y a iniciar una
nueva, el antropoceno, con graves consecuencias para la preservación del
planeta y por ende de la especie humana. Frente a esta amenaza, por más de dos
décadas se han celebrado numerosas cumbres en favor del medio ambiente y la
disminución del cambio climático. A juzgar por los resultados, unificar
posturas y arrancar compromisos entre los participantes es tan complicado como
la solución al problema.
La más reciente de las cumbres, Río +20 ,
en donde se reunieron alrededor de 45,381 participantes, 188 delegaciones
oficiales, más de 100 jefes de Estado y 9, 856 ONG´s y grupos
mayoritarios, no se cumplieron las expectativitas que se tenían alrededor de
encontrar soluciones que viabilizaran una estrategia común por la salvación de
la bolita del mundo, primó la lógica de
que era preferible tener cualquier acuerdo a no tener ningún acuerdo.
Los grandes temas de la Cumbre eran economía
verde en el contexto de la sustentabilidad, erradicación de la pobreza y el
marco institucional del desarrollo sustentable.
Las áreas prioritarias se centraron en empleos dignos, energía, ciudades
sustentables, seguridad alimentaria, agricultura, agua, océanos y
desastres.
En Río los líderes no fueron capaces de dar respuestas contundentes
a las demandas planetarias por un medio ambiente sano y descontaminado. De
momento no habrá nuevos mecanismos de financiación para políticas de desarrollo
sostenible, ni un acuerdo para crear una agencia que sea el brazo
medioambiental de la ONU (actualmente lo que existe es el Programa de Naciones
Unidas para el Medioambiente –PNUMA-), ni nuevos pasos al frente en la
protección de los océanos, ni la decisión de eliminar los subsidios a los
combustibles fósiles o medidas que contribuyan a la erradicación de la pobreza
en el mundo.
Para Barbara Stocking, directora ejecutiva de Oxfam
Gran Bretaña, "Río será recordada
como la cumbre del engaño. Vinieron, hablaron, pero no actuaron. Elegimos a los
gobiernos para que hagan frente a las cuestiones que nosotros no podemos
afrontar solos. Pero no están proporcionando el liderazgo que el mundo necesita
desesperadamente. Paralizados por la inercia y sujetos a demasiados intereses,
muchos gobiernos son incapaces de unir los puntos y solucionar las crisis
medioambientales, de igualdad y económicas, todas interconectadas”.
Greenpeace, por ejemplo, cree que la
cumbre "pasará a la historia por la
falta de ambición de los Gobiernos participantes, y por sus buenas palabras
vacías de contenido".
Uno de los temas más controversiales de
la cumbre ha sido el concepto de “economía verde”, para muchos organismos este
concepto representa una mercantilización del medio ambiente, si partimos de que
en los países ricos no existe la voluntad política por reducir las amenazas a
la Madre Tierra y serían los mayores
beneficiados no solo por su capacidad económica sino también por sus
ventajas tecnológicas, como por ejemplo la nanotecnología, la biología
sintética y la geoingeniería que fueron discutidas en la preparación de la
cumbre.
Nestor Martínez, en el Diario CoLatino.com
señala que: “Una economía verde – dice un documento de la ONU- está destinada
a promover la industrialización basada en la eficiencia de recursos,
asegurando un acceso fiable, local y asequible a la energía y la
tecnología, así como mejorar la eficiencia en el uso de los recursos que
podría mejorar la competitividad de la región (Latinoamérica)”. Aquí
encontramos la competitividad, que como antes señalamos es un paradigma del
capitalismo salvaje”.
Frente a este tipo de cumbres, a sus
resoluciones, frente a las amenazas que sufre el planeta tierra, ¿Qué estamos haciendo
las universidades? ¿De que manera estudiantes y docentes nos empoderamos de
esta situación? Estudiamos, investigamos, escribimos sobre esta problemática?
¿Esta la trasformación curricular estableciendo como eje trasversal en los
programas de asignatura los problemas del medio ambiente, el desarrollo
sostenible y sustentable ? ¿Cuál es el rol de la universidad para reorientar el
futuro del país? Tenemos un enorme reto como máxima casa de estudios y no
podemos defraudar a la sociedad y al país, la ciencia debe estar al servicio
del desarrollo nacional sobre todo en este siglo XXI de incertidumbres y de
esperanzas por un mundo mejor en un ambiente sano y de prosperidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario