lunes, 14 de noviembre de 2011

Problemas en la Construcción del Estado Nacional en Nicaragua.

            Problemas en la Construcción del Estado Nacional en Nicaragua. 

Msc: Eduardo López Herrera. Docente FAREM.

Nicaragua, igual que el resto de países de América Latina que fueron conquistados y colonizados por España, llega a su vida independiente con un déficit histórico al no poder, una vez lograda su independencia de la “Madre Patria”, construir un estado de carácter nacional y esto fue imposible porque los herederos de la independencia, los criollos, hijos de españoles que tenían poder económico, sólo requerían tener el poder político para mantener las mismas estructuras cuasi feudales heredadas de sus progenitores.
Estos criollos estaban lejos de abrazar las ideas de avanzada de la época, es decir, las ideas de revoluciones como la inglesa de 1688, la norteamericana de 1776 y la francesa de 1789, sobre todo esta última que, además de destruir el modelo feudal en Europa, había llevado al poder a la burguesía que era una clase progresista que se vino desarrollando desde la época del renacimiento y que con la revolución  francesa materializa las ideas del enciclopedismo y de la ilustración.
La burguesía fue la gran ausente de los procesos de independencia de América Latina en general y de Nicaragua en particular, como señalamos,  los criollos fueron los principales protagonistas que en nuestro país residían en León y Granada, ciudades-estados de una nación que no existía  y que mantenían una contradicción permanente por el poder oligárquico que no les permitió visualizar la necesidad de estructurar un estado moderno que tuviera fronteras definidas, una lengua oficial, desarrollo comercial, la separación  de la iglesia del estado, una política de impuestos  racional, etc.
Una vez declarada  la independencia de España,  nuestro país se sumergió en una anarquía política con graves consecuencias para nuestro desarrollo, embargando la posibilidad de construir el Estado Nacional. El mismo pacto federal  que pudo ser una posibilidad para establecer el sueño morazánico de la nación centroamericana, no sólo se vio truncado por las contradicciones exógenas y endógenas en la región, sino que también porque el modelo federal era inviable al querer imitar al modelo federal norteamericano, siendo dos realidades distintas desde el punto de vista histórico, social, político y económico.   
Los derechos de las mentes más lúcidas de aquella época, los que abrazaban las ideas de la ilustración, los que querían un estado moderno; un estado nacional,  fueron conculcados, fueron confinados o ahogadas sus voces, me refiero a personalidades de la talla de Tomás Ruíz, los Frayles Benito Miguelena y Benito Soto, Pedro Molina, Francisco barrundia, etc. Las mentes más retrógradas fueron las que sobresalieron en aquel momento, los que una vez declarada la independencia, corrieron a anexarse al imperio mexicano de Agustín de Iturbide, porque tenían temor de que el pueblo les arrebatara el poder y de esa manera con líderes progresistas a la cabeza poder forjar el estado-nación.
Después de sucederse una serie de jefes de estado en el contexto de la Federación Centroamericana, finalmente nuestro país se separó de la misma en 1838, declarándolo un estado libre, soberano e independiente, no obstante, esta separación y la promulgación de la Carta Magna con la consecuente elección de autoridades nacionales, no resolvió nuestro problema y continuamos con un estado obsoleto y  oligárquico y sin construir la nación. Tuvimos que esperar  que José Santos Zelaya encabezara en 1893 una revolución triunfante para establecer tardíamente el Estado Nacional e impulsar cambios estructurales para intentar solventar el déficit histórico que arrastrábamos desde nuestra vida “independiente”.

domingo, 13 de noviembre de 2011

"CENTROAMERICA , TAN PEQUEÑA, TAN GRANDE."

“CENTROAMERICA, TAN PEQUEÑA, TAN GRANDE.”

Eduardo López Herrera
Nuestro gran poeta Rubén Darío, señaló en una ocasión “Si la patria es pequeña, uno grande la sueña”,  esta frase del “padre de las letras castellanas” también está vigente para nuestra región centroamericana, y decir: “ Si Centroamérica es pequeña, uno grande la sueña”.
Centroamérica es una región, que en términos históricos, ha compartido un destino común y en ese devenir histórico; caracterizado por flujos y reflujos, se ha ido forjando un sentido de identidad y unión centroamericana, cuyas bases las sentó Francisco Morazán, una vez declarada la independencia de España en 1821, para ir construyendo la patria grande que, a través del tiempo, se ha expresado en diferentes iniciativas de orden jurídico, económico, cultural y político que desembocan en estos inicios del siglo XXI en tratados de integración regional y extraregional, tan imprescindibles frente a las  nuevas realidades del mundo contemporáneo, determinadas por la globalización.

Frente a los retos que nos impone este nuevo siglo, los centroamericanos tenemos el enorme compromiso de hacer que nuestra pequeña geografía, se agigante en términos de identidad, de cultura, de economía, etc. no sólo para potenciar nuestro desarrollo endógeno que tanto lo necesitamos, sino que también para el impulso sostenido de nuestro desarrollo exógeno, que nos permita hacernos sentir en el concierto de naciones como un solo bloque ante los nuevos desafíos globalizantes como por ejemplo, el tratado de libre comercio firmado con Estados Unidos y conocido como CAFTA, el convenio de asociación que hoy se negocia con la Unión Europea y desde luego, los objetivos y metas del milenio de las Naciones Unidas, que apuntan a solventar el flagelo de la pobreza como uno de los males endémicos a resolver en esta nueva centuria que  nos convertiría en una patria verdaderamente grande como la soñaron nuestros próceres.

Yo no puedo de manera romántica considerar que nuestra pequeña geografía, sea grande como sociedad, como pueblos, si no resolvemos los problemas estructurales que padecemos, por ejemplo; más de la mitad de los cuarenta millones de habitantes de Centroamérica viven en la pobreza, nuestra región presenta la mayor desigualdad del planeta, además, somos países con vocación agrícola donde más de la mitad de la población del área vive en las zonas rurales y cerca del 80% de ellos dependen de la agricultura, rubro que presenta una ausencia de estrategias sostenibles por parte de los gobiernos; déficit de infraestructura, altas tasas de analfabetismo y poco acceso al financiamiento. Los cambios políticos  de fines de la década de los ochenta, cuyo basamento se encuentra en los acuerdos de Esquipulas, no trajeron democracia económica; la democracia política no se ha traducido en democracia del mercado y mucho menos en  justicia social.

Como centroamericanos debemos soñar  con la patria grande, pero señalando de manera critica las asimetrías que imperan en el proceso globalizador actual y que inciden negativamente en la forja de esa patria. Se ha venido construyendo una globalización desde arriba, elitista, concentradora y centralizadora de la riqueza, de las tecnologías, del poder militar y político, como nunca antes en la historia de la humanidad. Necesitamos un diálogo transparente entre el norte y el sur, que permita reducir la brecha entre pobreza y riqueza, que se establezcan parámetros para una relación más propositiva que nos permita a las naciones pobres, a los centroamericanos, construir nuestro destino a partir de un mundo más civilizado, con una globalización con cara más humana como indicaba el ex-Ministro Sueco de cooperación internacional Pierre Schori. Desde luego que la contrapartida a una relación de más igualdad, a proporcionalidad, pero no a uniformidad, deberá implicar nuevos paradigmas, donde el factor esencial deberá ser la fortaleza institucional de la región y además una genuina democratización, que se exprese en la construcción de una ciudadanía para todos, con justicia social,  en la búsqueda de solucionar los complejos problemas que enfrentamos; derivados de la pobreza estructural y que hoy no sólo es un problema de orden económico, sino que también es de carácter ético y moral.

Como académicos tenemos el deber den darle seguimiento a  los diferentes foros y debates de la integración de Centroamérica, como también las diferentes propuestas y alternativas de integración  de carácter institucional como por ejemplo el SICA (Sistema de integración Centroamericana) y el PARLACEN (Parlamento Centroamericano) y de organismos como el BCIE (Banco Centroamericano de Integración económica) en materia económica, no está de más indicar que los esfuerzos integracionistas, deben caminar menos burocráticamente, para que nuestros países no queden a la saga de los cambios que de manera vertiginosa experimenta el mundo. Necesitamos decisiones horizontales e incluyentes en nuestras expresiones institucionales de integración, por ejemplo, los propósitos y principios del SICA, son de invaluable importancia para nuestro desarrollo regional, que si los presidentes de cada uno de los países miembros tienen la voluntad política de hacerlos realidad, nuestra Centroamérica será realmente grande, porque tenemos ventajas comparativas (juventud, recursos naturales, posición geográfica privilegiada, historia común, diversidad de producción exportable,  etc.) que nos ubicaría en un contexto muy favorable en este cambio de época que vive la humanidad.

En las actuales circunstancias, en el mundo, se viven complejos problemas como el calentamiento global, la crisis energética, la crisis alimentaría, la epidemia del VIH/SIDA, el flagelo del narcotráfico etc. sólo una Centroamérica  unida, será capaz de enfrentar esta problemática, como también sólo unida podrá ser atractiva frente a la mundialización actual de la economía, no es lo mismo vender como Nicaragua un millón y medio de quintales de café en el mercado internacional, que vender más de diez millones como Centroamérica, no es lo mismo cualquier país del área ofertando sus destinos turísticos, que la región vendiéndose turísticamente, por lo tanto, una idea-fuerza de grandeza centroamericana sólo será posible con el concurso de todos los países, de sus autoridades, de sus pueblos, encaminados al bienestar general de las presentes y futuras generaciones. Lo antes indicado, tendrá un sentido de integralidad si se tiene en cuenta la relación de lo micro y lo macro, lo local y lo global, el crecimiento y la ecología, el género y la equidad y desde luego, el presente y el futuro.

Finalmente quier señalar que  nuestra nuestro sentido de patria grande, nos debe encaminar a la constitución de la nación centroamericana, como una sólida propuesta de libertad, progreso y desarrollo para nuestros conciudadanos que tanto lo merecemos y que lo sabremos defender no solo en memoria de los unionistas centroamericanos, sino que también como el reto de asaltar el cielo en este nuevo siglo.