martes, 29 de agosto de 2017

La Política de Género en Educación



MSc. Eduardo López H. Docente FAREM Estelí.
Sin lugar a dudas, la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres en los diferentes ámbitos de la sociedad, sienta las bases para impulsar el desarrollo, sobre todo reconociendo el invaluable papel de la mujer, como un sujeto alrededor del cual giran muchas acciones y en particular, el interés de que sus hijos sean algo en la vida, pero muchas veces son sueños truncados por las limitantes estructurales que padecen y que están relacionadas con la subordinación histórica ante el sexo opuesto y el peso de siglos de una sociedad patriarcal.
Si bien es cierto, que la falta de acceso a la educación de hombres y mujeres en una sociedad  limita el desarrollo individual y social, fortaleciendo el círculo de pobreza, no es menos cierto, que la falta de instrucción o formación profesional de las mujeres profundiza ese circulo, a pesar del papel relevante que tienen; pero que lamentablemente esa relevancia no se traduce en prosperidad familiar, sino más bien en obstáculos estructurales donde se incluyen: la discriminación en la educación; la falta de acceso al crédito, derecho a la propiedad y la herencia; así como,  los niveles de remuneración y  de promoción inferiores por igual trabajo; a esto hay que incluir el peso del trabajo doméstico. La situación se complejiza con las mujeres del campo y las que se ven obligadas a migrar, porque su vulnerabilidad económica y social es más visible, dado su rol nada apreciable en cuanto a sus ocupaciones laborales, donde predominan cargas de trabajo mal remunerado y otras formas de discriminación.
En nuestro país, en los últimos años, se han venido haciendo ingentes esfuerzos por lograr mayores niveles de equidad entre hombres y mujeres.  Esto es encomiable, visto desde la perspectiva de un interés consciente por sentar las bases de una política de género equilibrada y propositiva, cuyo fin último, es una praxis de compartir roles en función del bien común. No obstante, es desde la educación a todos los niveles, que se debe de concebir una propuesta inclusiva de niños y niñas, de jóvenes en general y de adultos, donde ambos sexos tengan la oportunidad de formarse, pero en particular el sexo femenino, porque las presentes y las futuras madres que se instruyan y,  tengan una formación profesional es la garantía de hijos bien educados. Esto lo hemos visto en la vida cotidiana, hay muchos ejemplos;  por eso, es de imperiosa necesidad, que las niñas no abandonen la escuela, que las jóvenes coronen su carrera técnica o profesional y que las actuales madres trabajadoras tengan acceso a formación técnica o en oficios. Todo esto tiene un enorme significado para la familia, la comunidad y el país, porque se está promoviendo y garantizando permanentemente la educabilidad, que en el amor maternal implica para los hijos, poder ser y deber ser, sobre todo en este siglo XXI centrado en el ser humano.  
Agosto 2017

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