Repensar
el aula
MSc.
Eduardo López H. Miembro del Consejo de Facultad. FAREM Estelí.
En la sociedad del
conocimiento y de la información en que vivimos, la educación requiere un
replanteamiento serio, dado que el conocimiento está entrando en la obsolescencia de forma vertiginosa, pero
también los educandos del siglo XXI son una generación digital que depende
mucho de lo virtual. En ese sentido, se vuelve una imperiosa necesidad el
acompañarlos para facilitarles los aprendizajes con significatividad y pertinencia, de forma tal que la praxis
educativa no se vuelva un circulo vicioso, sino más bien de carácter sustancial
con resultados cualitativos y que por el contexto en que se desenvuelve, forme
para la vida, tal y como dice Paulo Freire, “por medio de la misma vida”.
El espacio inmediato
formal donde se practica el ejercicio educativo es el aula. Ahí se da el
encuentro cotidiano de maestros y alumnos para desarrollar el aprendizaje, que
como un proceso dialéctico del conocimiento, deberá estar siempre en permanente
construcción, apuntando a lo epistémico-ontológico, pero sin desconectarse de
la realidad. De ese modo, juntos,
maestros y alumnos, construyan propuestas novedosas y que el aula sea un círculo
virtuoso como lo demanda el contexto contemporáneo.
Yo señalaba en un
escrito anterior, que de nosotros los docentes dependía que el aula entrara en
crisis. Esto lo señalaba a propósito de varios factores, uno de ellos es la sociedad del conocimiento en que vivimos hoy
en día, y en particular del mundo virtual que forma parte de los útiles escolares
de los estudiantes. Estos están enfrentando un proceso de transición inevitable entre la enciclopedia y la información global,
empoderándose de esta última sin ningún obstáculo, incluso, este tipo de
ventaja cognoscitiva, los puede llevar a romper con el conocimiento fragmentado antes que los
docentes, que seguimos -en el caso de la educación superior- sumergidos en
compartimientos estancos, es decir, desde nuestros departamentos como pozos
tiradores, en una tercia académica y “científica”, de dolorosas consecuencias
presentes y futuras para la educación.
En todos los niveles de
educación se debe repensar el aula, desde el preescolar, donde se sientan las bases
de la formación, hasta la universidad, que es el producto final. Por eso, los
esfuerzos que se realizan en materia educativa en nuestro país, para establecer
un vínculo orgánico entre los diferentes subsistemas, constituye un paso estratégico de invaluable importancia,
encaminado a dar esos saltos de calidad que tanto necesitamos.
Repensar el aula pasa
necesariamente por desarrollar los procesos de innovación y emprendimiento
desde la infancia, hasta la formación técnica y profesional, porque como señala
Ken Robinson : “Los niños arriesgan,
improvisan, no tienen miedo a equivocarse; y no es que equivocarse sea igual a
creatividad, pero sí está claro que no puedes innovar si no estás dispuesto a
equivocarte, y los adultos penalizamos el error, lo estigmatizamos en la
escuela y en la educación, y así es como los niños se alejan de sus capacidades
creativas”. Igualmente, para el caso de la educación superior, como
sostiene la UNESCO: “En una época en que ya no se puede aplicar más la ecuación “título=trabajo,
se espera que este nivel de educación
produzca egresados que no sólo puedan ser buscadores de trabajo, sino también
empresarios de éxito y creadores de empleo”.
En definitiva, es una necesidad apremiante
reflexionar y actuar ante los retos presentes y futuros que debe enfrentar la
educación a todos los niveles y repensar el aula implica en términos
estratégicos, el desarrollo de aprendizajes de calidad a lo largo de toda la
vida, como indica la declaración de Incheon, solo de esa manera nos encaminaremos
por la senda del crecimiento y del desarrollo integral sostenible tanto humano
como social y económico.
Marzo 2017.