jueves, 4 de noviembre de 2010

La integración de Centroamérica

Eduardo López.

La integración de Centroamérica ha sido en términos históricos un proceso inacabado, inconcluso y deficitario producto de circunstancias históricas muy sui-generis, determinadas principalmente por razones que van desde la hegemonía de Guatemala en la época colonial, las contradicciones provinciales frente a la propuesta Morazánica de unidad,  la injerencia norteamericana que apadrino dictaduras militares alejando toda tentativa de un desarrollo democrático estable y que además propició un modelo económico de corte Cepalino, encaminado a sustituir importaciones que más bien se tradujo en una dependencia estructural y en la génesis de una deuda externa que empezó a crecer sin opciones de poder solventarse, los acuerdos de Esquipulas que fueron un paso de enorme trascendencia para la región, no obstante, veintiún años después de aquella histórica convocatoria, no se han traducido en sólidos resultados frente a los problemas socio-económicos que hoy se han agudizado, reflejándose en el hecho de que más de la mitad de los cuarenta millones de centroamericanos viven en condiciones de pobreza y sufren algún tipo de exclusión o marginación social.
En el mundo globalizado de hoy, caracterizado por enormes avances científico-técnicos y la estructuración de bloques económicos, la integración de Centroamérica se vuelve una necesidad imperiosa, no solo por los vínculos históricos, culturales y humanos que tenemos y que se necesita reafirmarlos por el sentido de identidad que hay que reivindicar, sino también porque se necesita juntar voluntades para combatir el flagelo de la pobreza y encaminarnos por la senda del desarrollo que no es posible postergarlo por intereses provincianos que hoy no se corresponden con las tendencias de cambio en el mundo. No es lo mismo vender como Nicaragua un millón y medio de quintales de café en el mercado internacional que vender más de diez millones como Centroamérica, no es lo mismo cualquier país del área ofertando sus destinos turísticos, que la región vendiéndose turísticamente.
Solo una integración propositiva y con una voluntad política consciente, será posible construir  después de tantos intentos frustrados, una Centroamérica a la altura de los tiempos, moderna, competitiva y más justa económica y socialmente que reafirme su sentido de patria grande. No podemos continuar cambiando chancheros en el borde fronterizo, ni con estructuras regionales burócratas, se necesita la integración efectiva por el bienestar de los pueblos de Centroamérica.